Navegar por internet y saber dónde se encuentran sus recovecos te ofrece la oportunidad de conocer cosas que nunca pensaste que ocurrirían. Probablemente, aunque tu vida se concentre en gran parte en la red, nunca habrías pensado en algo como en lo que se dedica esta empresa de marketing para farmacias. Quien esto escribe, al menos, nunca se había detenido a pensar en ello. Es la magia de internet, el encanto de la red de redes: que todo tiene cabida en el voluminoso universo de las tres uves dobles. Lo cierto es que, a toro pasado, que se dice, tiene sentido. Si cualquier empresa tiene actualmente un hueco en la red a través del que maximizar sus rendimientos vía internet, ¿por qué no iban a poder disfrutar del mismo las farmacias? ¿Qué tienen que nos haga pensar en ellas como algo ajeno al comercio y sus leyes? Es cierto que su materia de trabajo puede hacernos pensar en ellas como algo más cercano a lo altruista, pero la realidad es otra: las farmacias son negocios, y como tal, tienen que rentabilizar su existencia y maximizar los frutos de su trabajo.
Como en todo tipo de mercados y empresas, el marketing se ha convertido para las farmacias en un vehículo de promoción, aumento de la presencia y ganancias. Pero, ¿cuáles son las actividades que puede llevar a cabo una empresa de marketing farmacéutico para conseguir esos objetivos de rendimiento? En realidad, tampoco es algo muy alejado de lo que entendemos como marketing cuando alguien nos habla de este sistema de publicidad establecido como uno de los pilares del comercio y la empresa actuales. El marketing farmacéutico ofrece un empujón en la consecución de objetivos como el conocimiento y la fidelización del paciente, el alcance elevado de nuestro catálogo y productos, la posibilidad de prestar un mejor servicio y minimizar los esfuerzos del cliente por acceder a los mismos, un incremento en las ventas (porque un negocio, al final, se reduce a vender), la posibilidad de que el cliente –y los propios profesionales– adquieran un mayor valor de la marca farmacéutica y, por último, y quizás el más importante de todos, la opción de posicionarse en los motores de búsqueda de la web y, mucho más difícil y relevante, en la mente del consumidor, que en última instancia va a ser el que aúpe al establecimiento a lo más alto gracias a la confianza depositada en el mismo.
En última instancia, como negocios que son, las farmacias también dependen de las ventas. Si no funciona en las transacciones, no hay más historia. Por mucho que haga un servicio importante a los clientes de los barrios en los que se encuentran, por mucho que su producto no sea como los demás, e incluso aunque no se ajuste a los parámetros tradicionales del comercio (o lo que el cliente entiende por los mismos). Esta dependencia de las ventas ha llevado a algunos establecimientos a comenzar a vender medicamentos por internet. En Madrid, por ejemplo, ya son 43 las farmacias que operan en la red y que permiten la compra de medicamentos desde allí. Evidentemente, aún solo es posible la compra de medicamentos que no estén sujetos a la prescripción médica (la receta), algo que por otra parte es lógico y comprensible. En el caso de estos establecimientos, los sitios webs deben llevar el logotipo común europeo por el que los ciudadanos pueden comprobar que la farmacia realiza una actividad dentro de los cauces de la legalidad vigente.
Es solo un ejemplo de cómo el sector se adecúa a los cambios que vienen dados con el paso del tiempo. Por eso, cada vez más, el marketing cobra una relevancia mayor en torno a las farmacias. La fidelización del cliente supone una optimización de la relación con el mismo, y una mayor confianza entre ambos, lo que se traduce en ventas. Lo mismo ocurre con la apertura de nuevos canales de venta, como la web, el mail, los móviles o las redes sociales. Más ventas. Y así con cada uno de los nuevos sistemas de venta y de marketing, de diversas índoles, establecidos en torno a las farmacias. Un negocio es un negocio. Y como tal, precisa del marketing como del cliente.