Cada verano, cuando se acerca el buen tiempo y empezamos a hablar de vacaciones, en casa ya sabemos lo que toca: preparar todo para ir a la playa.
Y si tienes niños, ya sabes que no basta con llevar la toalla y el protector solar: los peques necesitan mucho más para disfrutar de verdad, para pasarlo bien, para hacer que ese día en la playa sea una aventura.
Por eso he investigado en diferentes tiendas y me he asesorado con algunas, como con La casa de los disfraces, que no solo venden estos disfraces, sino complementos de playa, y me han dicho que lo “principal para que un niño se lo pase bien es que tenga con qué jugar pero que, a la vez, esté completamente seguro, porque el mar puede ser peligroso. Por eso debes buscar cosas que sean divertidas pero que estén preparadas para su seguridad”.
Y eso he buscado.
Cubo, pala y rastrillo
Sé que suena obvio, pero no me canso de repetirlo. Pueden pasar horas construyendo castillos, cavando hoyos, haciendo canales para que llegue el agua del mar… Da igual la edad, siempre hay un momento para volver al cubo y la pala.
Hay sets muy completos que ya vienen con moldes de figuras, tamices, regaderas pequeñas y hasta carretillas. Si puedes, llévate uno de esos. Les encantan y tienen más opciones para jugar.
Brazaletes hinchables con sus personajes favoritos
Primero, porque ayudarán a que no se hundan, con lo cual es de las cosas más seguras para ellos. Y, segundo, porque no es lo mismo ponerse unos brazaletes naranjas que unos de Spiderman, Frozen, Paw Patrol o Peppa Pig.
Hay opciones para todas las edades, incluso para los que están aprendiendo a nadar. Son útiles y además les encanta enseñárselos a otros niños.
Colchonetas, flotadores y churros de todos los colores
Hay de todo tipo, y aunque ocupan más espacio, merece la pena llevar al menos una. Las hay con formas de animales, con diseños de helados, frutas gigantes, coches, unicornios, dragones… En casa tenemos una de flamenco que a los más pequeños les encanta.
También están los flotadores, que vienen genial para los más pequeños o incluso para sentarse un rato en el agua. Y no me olvido de los churros de espuma, que sirven para todo: nadar, hacer guerras acuáticas, construir cosas en la arena…
Máscara y tubo para mirar bajo el agua
El simple hecho de mirar lo que hay debajo del agua les fascina. Aunque no haya peces ni nada especial, ver la arena, las burbujas y su propio cuerpo bajo el mar ya es toda una experiencia.
Si puedes, busca máscaras de las que cubran toda la cara, que son muy cómodas y les permiten respirar sin tener que morder el tubo. Hay algunas incluso con diseños divertidos o cámaras integradas. Pero con una básica también lo pasan en grande.
Gafas de bucear y aletas
A muchos niños les cuesta al principio ponerse bien las gafas, pero, cuando lo consiguen, se lo pasan pipa. Si le sumas unas aletas, ya tienes la combinación perfecta. No hace falta que sean profesionales, solo que les queden bien y se sientan cómodos.
Mis hijos disfrutan mucho compitiendo entre ellos, haciendo carreras o viendo quién aguanta más bajo el agua. Pero yo nunca les quito la vista de encima, por supuesto.
Pistolas y juguetes de agua
Grandes, pequeñas, con depósito, de las que se cargan con una bomba… todas sirven. Les encanta correr por la orilla disparándose agua unos a otros. También hay otros juguetes de agua como animales que se llenan y sueltan chorros o pelotas que absorben el agua y luego la lanzan.
Yo siempre llevo varias porque, inevitablemente, alguna se rompe o se pierde. Además, siempre hay otro niño que se apunta y se arma una batalla en toda regla.
Juguetes para lanzar y recoger en el agua
Hay sets de juegos para lanzar al agua y que luego tengan que bucear para recogerlos: anillos que se hunden, palitos de colores, discos… Les encanta tirarlos y luego competir para ver quién recoge más. Son juegos sencillos pero que entretienen muchísimo.
Si tienes varios niños, aún mejor, porque se puede montar un juego por equipos o cronometrar quién lo hace más rápido.
Mini porterías y pelotas
En casa triunfa llevar una portería hinchable para jugar en la orilla. Se puede montar en poco tiempo, y entre goles, caídas y chapoteos, se pasan horas.
También llevamos pelotas de playa, que son ligeras, flotan y sirven para juegos tanto dentro como fuera del agua. Hay algunas especiales que botan incluso en el agua, lo cual es un extra divertido.
Sombrilla o tienda tipo iglú
Las tiendas tipo iglú para playa son una maravilla: se montan en segundos y protegen del sol, el viento e incluso algo de arena.
Dentro se pueden meter a merendar, echar una siestecilla o simplemente jugar con juguetes sin que les dé el sol directo. Yo la considero imprescindible.
Toallas con capucha o ponchos
No solo secan, también abrigan un poco si hace viento y les dan un aire de disfraz que les encanta. Hay modelos con orejitas, de tiburones, de princesas… Las usan incluso para jugar cuando no están mojados.
También son muy prácticas para cuando salen del agua y quieres que se queden un rato secos sin que se enfríen.
Sandalias de agua o escarpines
Dependiendo de la playa, puede haber piedras, zonas con erizos, conchas afiladas o simplemente arena muy caliente, por eso siempre llevamos escarpines o sandalias de agua. Les permiten moverse sin miedo a hacerse daño y no resbalan tanto en las rocas.
Además, cuando hay rocas para explorar, les da seguridad y pueden andar tranquilamente sin preocuparse por lo que pisan.
Ropa cómoda y gorros divertidos
Aunque parezca una tontería, llevar ropa ligera, fácil de quitar y poner, y sobre todo un buen gorro o sombrero, puede ser importante si hace muchísimo sol. Nosotros tenemos una colección de gorros de dinosaurios, de astronauta, de animales… Al final terminan poniéndoselos más por el diseño que por protegerse del sol, pero el caso es que lo llevan.
También llevamos camisetas de licra con protección solar para estar tranquilos cuando se pasan horas en el agua.
Libros o cuentos para los momentos tranquilos
Otra opción para los momentos más calmados es llevar un par de cuentos o libros adaptados a su edad. A veces después de comer o al final del día les apetece tumbarse a escuchar una historia o leer por su cuenta.
Si tienes varios niños, incluso puedes montar un pequeño «cuentacuentos» bajo la sombrilla.
Comida y bebida suficiente
Sé que esto no es exactamente un «juguete», pero es importantísimo. Llevar suficiente agua, zumos frescos, fruta cortada, bocadillos, galletas… y alguna sorpresa como helados caseros o chuches de verano, mantiene su energía y su buen humor.
A veces también llevamos moldes pequeños y hacemos polos en casa con zumo natural. Cuando los sacamos en la playa, se sienten como si hubieran ganado un premio.
Nevera portátil o bolsa térmica
No te olvides de llevar todo lo anterior en una buena bolsa térmica o neverita. Hay algunas con dibujos, tipo mochila, que ellos mismos pueden llevar. Así se sienten responsables y parte del plan.
Nosotros tenemos una pequeña en la que siempre va la merienda «secreta», y solo la abrimos cuando ya llevamos un rato en la playa. Les encanta la sorpresa.
Música
Una pequeña radio o altavoz Bluetooth con música infantil también puede animar mucho el ambiente. Eso sí, con volumen bajo y respetando al resto. A mis hijos les gusta bailar un rato antes de irse al agua, o simplemente cantar en grupo mientras juegan.
Puedes hacer una lista de reproducción con sus canciones favoritas y repetirla cada vez que vayáis a la playa. Se crea una especie de ritual que ellos mismos te pedirán cada verano.
Y con todo esto, te aseguro que tienes el día hecho
Sí, puede parecer mucho, pero con organización y una buena mochila grande (o dos), se puede llevar sin problema. Además, no hace falta llevarlo todo a la vez, puedes ir rotando según el día, el lugar, el plan… y así nunca se aburren de tener las mismas cosas.
Pero lo más importante de todo es que estén activos, que tengan libertad para moverse, para explorar, para ensuciarse, para cansarse y para reírse. La playa puede ser un lugar muy bueno para desarrollarse si se lo ponemos fácil. Y si tú también te animas a jugar un poco con ellos, te aseguro que lo pasarás tan bien como ellos.
Cada vez que volvemos de la playa, agotados pero felices, pienso lo mismo: ha merecido la pena. Porque al final, eso es lo que recordarán. No si llevaban la colchoneta más cara o el cubo más bonito, sino las risas, los juegos, el sol, el agua y ese tiempo especial contigo.
Así que, si estás preparando una escapada a la playa con tus peques, ya lo sabes: no te olvides del protector solar, pero tampoco de la máscara, el flotador y los polos caseros.
¡Y a disfrutar!
